1. ¿QUÉ ES UNA PERSONA PESIMISTA?
El pesimismo se refiere al estado mental de una persona que percibe la vida de manera negativa. Nada va bien y, aunque en este momento todo esté bien, no durará.
Las personas pesimistas siempre verán el lado negativo de las cosas que las rodean, inhibiendo completamente lo positivo. Esto se llama abstracción selectiva.
Erróneamente, pensamos que el pesimismo es algo innato. ¡Eso es falso! El pesimismo es el resultado de un aprendizaje temprano de patrones de funcionamiento y hábitos de pensamiento. Así, dado que nuestro cerebro (la mayoría de las veces) está bien diseñado, siempre existe la posibilidad de cambiar. De hecho, la plasticidad cerebral, junto con un apoyo terapéutico, puede ayudar a crear nuevos hábitos de pensamiento y nuevos comportamientos.
A menudo, las personas pesimistas no se consideran como tales, sino que se ven a sí mismas como realistas. Es importante diferenciar entre las personas pesimistas, como se describió anteriormente, y los pesimistas realistas, que utilizarán el pesimismo en ciertas situaciones para protegerse. De hecho, los realistas anticiparán lo peor, teniendo en cuenta los hechos objetivos, es decir, sin recurrir a la subjetividad y al juicio. Este enfoque les permite enfrentar eventos negativos o disfrutar completamente de los eventos positivos.
En resumen, mientras que las personas pesimistas solo ven lo negativo, incluso en momentos positivos de la vida, el realista es capaz de ver tanto los aspectos negativos como los positivos de los eventos en su vida.
2. ¿CUÁLES SON LAS DIFERENCIAS ENTRE PESIMISTAS Y OPTIMISTAS?
Para usar una expresión muy conocida, el optimista ve el vaso medio lleno, mientras que el pesimista lo ve medio vacío.
El optimista contemplará el futuro desde un punto de vista positivo, mientras que el pesimista lo verá desde una perspectiva extremadamente negativa, casi catastrófica. También encontramos una gran parte de pesimismo en las fobias. En ambos casos, tanto para el optimista como para el pesimista, la anticipación del futuro puede ser irrealista o fantasiosa.
Los optimistas están mejor y salen adelante con mayor facilidad, se cuidan más. Mientras que los pesimistas creen que están “acabados”. En otras palabras, los optimistas tendrán una mejor salud, mostrarán menos síntomas depresivos y se adaptarán más fácilmente a las situaciones para encontrar soluciones a los problemas que surjan en la vida.
A menudo se habla de la energía del optimismo y del desánimo del pesimismo.
Ambos no son necesariamente opuestos. Como todo en la vida, no se encuentran en los extremos del optimismo o del pesimismo. Las personas positivas no siempre son optimistas y alegres con la vida, y las personas pesimistas no están todo el día pensando lo peor.
Para evaluar el pesimismo, existe una escala científicamente validada que permite evaluar el optimismo. Así que puedes responder a estas preguntas o plantearlas a tus pacientes:
En momentos de incertidumbre, normalmente espero lo mejor. Me resulta fácil relajarme. Si hay probabilidades de que me vaya mal, me irá mal. Siempre soy optimista respecto a mi futuro. Valoro mucho a mis amigos. Es importante para mí mantenerme ocupado. Casi nunca espero que las cosas salgan como me gustaría. No me enfado con facilidad. Rara vez espero que me ocurran cosas buenas. En general, espero que me ocurran más cosas buenas que malas.
3. TRASTORNOS ASOCIADOS AL PESIMISMO :
El pesimismo está relacionado con varios trastornos. Entre ellos, encontramos trastornos del estado de ánimo más graves, como síntomas depresivos, debido a esta visión muy negativa del mundo.
También se observa una mayor comorbilidad con trastornos de ansiedad. Las personas pesimistas tienden a sufrir más de fobias, TOC o ansiedad generalizada.
Los pesimistas tienden a anticipar siempre lo peor.
Estudios también han demostrado que ser pesimista aumenta los problemas de salud. Las personas tienen un mayor riesgo de morir a causa de un cáncer. También hay un aumento en el riesgo de desarrollar diversas patologías, como la enfermedad de Parkinson o trastornos neurocognitivos mayores.
4.TERAPIA PARA EL PESIMISMO
Como habrás comprendido, la persona pesimista siempre verá el lado negativo de las cosas, lo que dificultará comenzar nuevas actividades. Además, habrá una disminución de la confianza en uno mismo, lo que llevará a limitar sus proyectos.
El pesimismo no está solo, también afecta profundamente la relación con los demás. De hecho, las personas que buscan ayuda debido al pesimismo generalmente lo hacen por sugerencia de sus seres queridos.
Las terapias más recomendadas para el pesimismo son las Terapias Cognitivo-Conductuales y la Psicología Positiva.
Sin embargo, el objetivo no es vivir en un mundo de fantasía y ver todo a nuestro alrededor en rosa.
Aquí tienes algunos consejos para reducir el pesimismo:
- Centra tu atención en las soluciones en lugar de los problemas: Ante un problema, tienes diferentes formas de reaccionar. Puedes lamentarte pensando que el destino se ensaña contigo y que, de todas formas, ya te lo esperabas. O puedes decirte: “Ok, tengo esta dificultad, ¿cómo puedo encontrar una solución? Y si no hay solución, ¿cómo puedo minimizar su impacto en mi vida?”
- Expresa tus pensamientos negativos solo una vez, en lugar de repetírmelos constantemente. Esto evitará que tu cerebro se concentre indefinidamente en esos pensamientos y también reducirá su impacto en tu entorno.
- Verifica si tus predicciones se cumplen. Si la mayoría de las veces fallan, ¿no será señal de que deberías pensar de manera diferente?
- Ayuda a tu cerebro a modificar su percepción del mundo. Recuerda que tu cerebro no entiende las negaciones. Así que, cuando le dices: “No debo sentirme mal”, “No debo deprimirme”, tu cerebro solo escucha las palabras “mal” y “deprimido”. Trata de decir lo mismo de una manera verdaderamente positiva. Si no debes sentirte mal, ¡es porque debes sentirte bien!
- Intenta centrarte lo más posible en el momento presente. Tu cerebro te llevará a revivir constantemente experiencias pasadas (¡negativas, por supuesto!) y te hará imaginar un futuro catastrófico. Intenta hacer pequeños ejercicios que te ayuden a centrarte en el aquí y el ahora. Existen diversas formas de hacerlo, como ejercicios de mindfulness, meditación, etc.
- ¡Practica una actividad física de resistencia!