1. ¿QUÉ ES EL SÍNDROME DEL SALVADOR?
El síndrome del salvador es un trastorno psicológico que no está registrado en el DSM. Se caracteriza por una necesidad constante de recibir gratitud y reconocimiento por parte de los demás. Las personas que lo padecen muestran una empatía extrema y una inclinación al sacrificio constante por los demás. Este síndrome también se conoce como “codependencia”.
Las personas con este síndrome suelen tener una gran falta de confianza en sí mismas. En realidad, lo que buscan no es tanto ayudar a los demás, sino, de manera inconsciente, ayudarse a sí mismas. El hecho de ayudar a otros les permite también satisfacer su ego, ya sea a sus propios ojos o a los de los demás.
La empatía es un rasgo de carácter muy desarrollado en estas personas. Es común encontrarlas en profesiones relacionadas con la ayuda a los demás, especialmente en el ámbito de la salud, donde la benevolencia es una cualidad esencial. Además, los salvadores tienden a rodearse de personas que necesitan apoyo, como aquellas con adicciones.
Es importante diferenciar a una persona con el síndrome del salvador de una persona altruista. La gran diferencia entre ambas es que el salvador no establece límites en la ayuda que brinda, llegando incluso a sacrificarse a sí mismo o a ignorar sus propias necesidades.
Existen diferentes tipos de salvadores:
- El salvador herido: Son personas que necesitan ser amadas y admiradas para compensar sus heridas y su baja autoestima. Buscan constantemente la aprobación de los demás.
- El salvador empático: No soporta el distanciamiento emocional en su relación de pareja y percibe cualquier alejamiento como una amenaza. Su mayor miedo es el abandono.
- El salvador controlador: Hará todo lo posible para evitar ser abandonado. Puede volverse manipulador y ejercer control físico y emocional sobre su pareja o entorno.
- En los casos más extremos, el salvador puede incluso provocar la desgracia en los demás (mediante humillación, manipulación…) para luego poder «rescatarlos» y reafirmar su rol de salvador.
2. LAS CAUSAS DEL SÍNDROME DEL SALVADOR
Existen diversas causas que pueden explicar este síndrome, la mayoría de ellas vinculadas a la infancia.
- Puede desarrollarse en niños que han experimentado traumas o abandono.
- También es común en niños que han sido «parentificados», es decir, aquellos que han asumido un rol de adultos desde muy jóvenes, por ejemplo, cuidando de sus hermanos.
- Son personas que necesitan sentirse valoradas y que su existencia tenga sentido para los demás. Debido a su baja autoestima, ayudar a otros les permite reforzar su ego.
3. LA RELACIÓN CON EL SÍNDROME DE LA ENFERMERA
Con la gran cantidad de síndromes existentes, es fácil confundirse. Sin embargo, es importante diferenciar el síndrome del salvador del síndrome de la enfermera.
Las principales diferencias son:
¿Quiénes lo padecen?
- El síndrome de la enfermera es más frecuente en mujeres.
- El síndrome del salvador afecta por igual a hombres y mujeres.
La motivación detrás de la ayuda:
- En el síndrome del salvador, la persona espera reconocimiento y gratitud por su ayuda, lo que refuerza su ego. Algunos lo denominan «altruismo narcisista».
- En el síndrome de la enfermera, la persona no busca ningún beneficio a cambio. Su deseo de ayudar nace de la pura empatía y generosidad.
Las relaciones de pareja con alguien que sufre el síndrome de la enfermera pueden volverse muy tóxicas. La «enfermera» lo dará todo por su pareja, mientras que la otra persona puede llegar a sentirse infantilizada o dependiente.
4. ¿CÓMO SUPERAR EL SÍNDROME DEL SALVADOR?
Para abordar el síndrome del salvador, el primer paso esencial es tomar conciencia del problema.
El objetivo de la terapia no es que la persona deje de ayudar a los demás, sino que aprenda a hacerlo sin caer en relaciones perjudiciales para su bienestar.
Las personas con este síndrome suelen ignorar sus propias necesidades en favor de las de los demás. Por lo tanto, la terapia busca ayudarles a:
- Recentrarse en sí mismas: Identificar sus propias necesidades y darles prioridad.
- Trabajar la autoestima: Es fundamental reforzar la confianza en sí mismas y desmontar creencias negativas sobre su propio valor.
Al aprender a establecer límites y a cuidar de sí mismos, los salvadores pueden seguir ayudando a los demás, pero de una manera más sana y equilibrada.